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El secreto del éxito de Don Bosco educador es su intensa espiritualidad, es decir, aquella energía interior que une inseparablemente en él el amor de Dios y el amor del prójimo, de modo que logra hacer una síntesis entre evangelización y educación.

La Espiritualidad Salesiana, expresión concreta de esta caridad pastoral, constituye, pues, un elemento fundamental de la acción pastoral salesiana, es su fuente de vitalidad evangélica, su principio de inspiración y de identidad, su criterio de orientación.

Se trata de:

  • Una espiritualidad a medida de los jóvenes, especialmente de los más pobres, que sabe descubrir la acción del Espíritu en su corazón y colaborar en su desarrollo.
  • Una espiritualidad de lo cotidiano, que propone la vida ordinaria como lugar de encuentro con Dios.
  • Una espiritualidad pascual de la alegría en la actividad, que desarrolla una actitud positiva de esperanza en los recursos naturales y sobrenaturales de las personas y presenta la vida cristiana como un camino de felicidad.
  • Una espiritualidad de amistad y relación personal con el Señor Jesús, conocido y frecuentado en la oración, en la Eucaristía y en la Palabra.
  • Una espiritualidad de comunión eclesial vivida en los grupos y, sobre todo, en la comunidad educativa, que une a jóvenes y educadores en un ambiente de familia alrededor de un proyecto de educación integral de los jóvenes.
  • Una espiritualidad del servicio responsable, que suscita en jóvenes y adultos un renovado compromiso apostólico para la transformación cristiana del propio ambiente hasta el compromiso vocacional.
  • Una espiritualidad mariana, que confía plenamente, con sencillez y seguridad, en la ayuda materna de la Virgen. Esta espiritualidad ayuda a discernir y a afrontar los desafíos de la acción pastoral y crea unidad entre todos los que comparten la misión y colaboran en ella.