9 de febrero - Eusebia Palomino
Virgen española, religiosa del instituto de Hijas de María Auxiliadora. Nació el 15 de diciembre de 1899 en Cantalpino, pequeño pueblo de la provincia de Salamanca (España), en una familia tan rica de fe como escasa de medios económicos.
Su primer encuentro con Jesús Eucaristía, a la edad de ocho años, le dio una sorprendente percepción del significado de pertenecer y de ofrecerse totalmente al Señor como don.
Muy pronto tuvo que dejar la escuela para ayudar a la familia y dio prueba de una madurez precoz al cuidar, a pesar de su poca edad, a niños de algunas familias del pueblo mientras sus padres iban a trabajar. A los doce años se trasladó a Salamanca, con su hermana mayor, y se puso a servir como niñera.
Los domingos por la tarde iba al oratorio festivo de las Hijas de María Auxiliadora; las religiosas la invitaron a ayudar a la comunidad.
Eusebia aceptó con mucho gusto y enseguida puso manos a la obra: ayudaba en la cocina, acarreaba la leña, colaboraba en la limpieza de la casa, tendía la ropa en el patio grande, iba a acompañar al grupo de las estudiantes a la escuela estatal y hacía los mandados en la ciudad.
En su interior fue creciendo el deseo secreto de consagrarse totalmente al Señor.
El 5 de agosto de 1922 empezó el noviciado. Se alternaban horas de estudio, e oración y de trabajo, en unas jornadas que la llenaban de felicidad. Después de dos años, se consagró totalmente al Señor con los votos religiosos.
Fue destinada a la casa de Valverde del Camino. Era feliz de «estar en la casa del Señor por todos los días de su vida».
Pronto las niñas del oratorio se fueron sintiendo atraídas por las narraciones de hechos misioneros, vidas de santos, episodios de la devoción mariana, o anécdotas de don Bosco, que la hermana Eusebia recordaba gracias a su gran memoria; además, sabía hacerlas atractivas por su convencimiento y su fe sencilla.
Cuando, a principios de la década de 1930, se vislumbraba en España la persecución religiosa, sor Eusebia no dudó en llevar hasta el extremo su «disponibilidad».
Se ofreció al Señor como víctima para la salvación de España, para la libertad de la religión. Y Dios la aceptó como víctima. En agosto de 1932 una enfermedad repentina fue el primer aviso. Después, el asma, que en diversos momentos ya la había molestado, alcanzó niveles altísimos, agravada con otros males que iban apareciendo y atentaban contra su vida.
En este tiempo, algunas visiones de sangre afligen a sor Eusebia aún más que los dolores físicos. El 4 de octubre de 1934, mientras algunas hermanas rezaban con ella, palideció y dijo: «Rezad mucho por Cataluña».
Murió serenamente en el corazón de la noche entre el 9 y el 10 de febrero de 1935. Sus restos mortales fueron visitados durante todo el día por la población de Valverde, que repetía: «Ha muerto una santa».