La pobreza está presente en nuestras sociedades de forma trágica golpeando a muchas personas, comunidades y jóvenes. Hablar de una opción por los jóvenes en pobreza media y / o extrema, marginados y excluidos es optar por lo evidente.

A quienes viven el carisma salesiano sacude de modo particular las formas de exclusión que causan malestar y desviación y que comprometen las posibilidades de crecimiento de los jóvenes. Esta situación desafía encontrar nuevas respuestas, siguiendo el criterio preventivo.

No es difícil encontrar en nuestras ciudades cualquiera de las diversas formas de pobreza o exclusión: muchachos que viven en la calle, abandonados huérfanos- con problemas en la familia; encarcelados o con problemas judiciales o tóxicodependientes, que se automarginan de la sociedad, de sectores populares riesgosos, emigrantes, refugiados, prófugos – desplazados y miembros de grupos étnicos. Los destinatarios preferenciales (los más pobres y necesitados) se encuentran en situaciones de fuerte exclusión social y de malestar y por lo tanto exigen presencias más específicas que respondan a sus necesidades.

Esta realidad exige explicitar la identidad salesiana de respuesta de prevención de las diversas formas de malestar juvenil, y compartir con los laicos esta especificidad para construir juntos un proyecto educativo salesiano. El reto es coordinar la creatividad de la respuesta con la decisión de hacer una opción real y efectiva.