5 de Octubre - Alberto Marvelli

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Alberto Marvelli Nace en Ferrara, Italia, el 21 de marzo de 1918. Es el segundo de seis hermanos. Crece en una familia cristiana, en la que a la vida de piedad se unen actividades caritativas, catequísticas y sociales. Participa en el Oratorio salesiano y en la Acción Católica, donde madura su fe con una opción decisiva: “mi programa de vida se resume en una palabra: santidad”. Una vez finalizados sus estudios universitarios en ingeniería mecánica el 30 de junio de 1941, Alberto debe enrolarse como militar. Cuando en Rímini vuelven a surgir los partidos políticos, se inscribe en la Democracia Cristiana. Vive su compromiso político como un servicio a la sociedad organizada: la actividad política podía y debía transformarse en la expresión más alta de la fe vivida. En 1945 el Obispo lo llama a dirigir a los Profesionales Católicos. Su compromiso se sintetizó en dos palabras: cultura y caridad. Convencido de que “no es necesario llevar la cultura sólo a los intelectuales sino a todo el pueblo”, funda una Universidad popular. Abre un comedor para pobres. Los invita a misa y reza con ellos; después, en la mesa sirve la comida y escucha sus necesidades. Su actividad a favor de todos no conoce descanso. Como cofundador de la A.C.L.I. (Asociación Católica de Trabajadores Italianos), forma una cooperativa para los que se dedican a la construcción; es la primera cooperativa “blanca” en la “roja” región italiana de la Romaña. La intimidad con Jesús Eucarístico lo lleva a no encerrarse en sí mismo, a no desatender su compromiso con la historia. Por el contrario, cuando se da cuenta de que el mundo que lo circunda está bajo el signo de la injusticia y del pecado, la Eucaristía le da fuerzas para realizar su trabajo de redención y liberación, capaz de humanizar la faz de la tierra. Al anochecer del 5 de octubre de 1946, mientras se dirige en bicicleta a un mitin electoral, siendo uno de los candidatos para la elección de la primera administración comunal, un camión militar lo atropella y le provoca la muerte. Tenía 28 años.  Fue beatificado en 2003 por el Papa Juan Pablo II.